miércoles, 21 de enero de 2009

Sobre Saramago

Si buscas una lectura existencialista en genero novela, Saramago es una excelente eleccion, y puedes optar por cualquiera de estas combinaciones:

Inicia con ‘ensayo sobre la ceguera’, que es una obra cojonudamente cruda, de muchos personajes, situaciones y escenarios; si ya lo coronábamos como experto de los detalles, esta es su obra maestra; en ella puedes sentir y oler el caos que describe en cada capítulo hasta asquearte de la pocilga en la que se convierte la ciudad, y ni hablar de la actitud nauseabunda de la masa carente de visión, que deja el civismo y la moral de lado para volver a guiarse por los instintos, pero ya no tan puros y muy desordenados. Continuarías con ‘ensayo sobre la lucidez‘, que es como la segunda parte de ‘la ceguera’, donde la lucha de valores es más marcada y vista desde una óptica más individual; aquí Saramago vuelve a utilizar los cargos gubernamentales con fluidez de nombres propios; su demanda socio-política se centra ahora en cómo la masa demuestra su cansancio y más que resistirse, se opone a continuar creyendo la manipulación tan aberrante de la información por parte de quienes ejercen el poder, y prefieren decidirse por la ausencia de gobierno.
Como segunda combinacion, tanto ‘el hombre duplicado’ como ‘todos los nombres’ son historias que rondan a un único personaje; no se mueven con la misma rapidez que las anteriores, ni circundan muchos personajes; en ellas Saramago utiliza la personificación de una manera muy cómica sin dejar de lado sus argumentos sólidos y existencialistas. Ambas son obras muy psicológicas, llena de obsesiones y compulsiones, que muestran cómo una persona después de perder el tiempo de ‘ser’ y disfrutar la vida instalándose en el limbo de la cotidianidad, de repente se asombra de encontrarse solitaria y en soledad; este despertar aprieta el gatillo de un sin número de procesos internos, y en un último intento de dejar atrás una vida insulsa, se aventuran sin tapujos, a vivir. Es un mismo tema desarrollado en dos diferentes e impresionantes historias; ‘el hombre duplicado’ tiene algo de ciencia ficción manejando el tema de los clones, y te mantendrá atada hasta un final que se convierte en la cumbre de la obra, es sin duda impresionante hasta la última palabra; ‘todos los nombres’ trata el tema de la vida y la muerte, con la ligereza que realmente tienen; Saramago te hace sentir que es el personaje quien nos tortura extendiendo hasta lo máximo el placer del final, que a la vez te deja como suspendido.

Buen provecho!!!

JUNOT DIAZ EN: ‘La breve y maravillosa vida de Oscar Wao’

Me esfuerzo hasta lo imposible en dejar de lado los prejuicios, sin embargo en ocasiones, y sin que esto me justifique, como a todo ente social me ganan la partida. Cuando vi el boom del libro del ‘yorker’, que había ganado el premio Pulitzer de literatura, fue el acabose, y aparte de que no creí que valiera la pena leerlo, el premio perdió toda credibilidad ante mis ojos. No obstante, todo esto no pudo contra mi reconocida conducta de hamster literario así que tan pronto hallé quien sí había invertido en el producto nacional, me dediqué a hurgar lo que justificó el galardón recibido…y el asombro se ha tomado su tiempo.

Este escritor estadounidense o dominicano no residente, cae por este litigio de nacionalidad en categoría de mutante, y no importa qué lo haya hecho alcanzar la fama, nos mataríamos con cualquier potencia por llenar nuestra boca de orgullosa e indefinible dominicanidad. Claro, que siendo el caso del autor, sería prudente discutir si calificar esta disputa de fukú o fortuna para él; y a mi criterio, más bien lo considero fukú, pues no olvidemos que es propio del mismo enaltecer a aquel que ha logrado escapar de sus garras y ha vencido el eterno miedo a la maldición que irremediablemente arrastramos por nuestras raíces familiares, y del que llegamos a sentir que no hay fuerza universal que nos desligue; para sus ‘homólogos fukusianos’ Díaz ha tenido la fortuna de vencer la carrera perenne contra el fracaso y anonimato en nada más y nada menos que una rama del saber en el que somos prácticamente nulos.

Sin lugar a dudas, Díaz hace gala de su fukú-fortuna, y logra manejar el lenguaje soez con naturalidad no vulgar, descubriendo al resto del mundo nuestra faceta romántica tan particular, práctica, colorida y natural que ha conquistado al mundo. Y a sabiendas de lo absurdo que sería escribir una historia donde se bailan par de sones en Santo Domingo, y no tender a la mesa los temas que mejor nos definen costumbrista, social e históricamente, Díaz no se eximió sobre el autoexilio dominicano y su efecto yo-yo (‘cada verano SD pone el motor de la Diáspora en reversa y hala a todos los hijos expelidos que puede….como si alguien hubiera dado la orden general de evacuación al revés’); y la Era de Trujillo, donde sí duele admitir que no encontró Díaz una nueva manera de contar el periodo histórico sin dejar el mal sabor de la no necesaria vejación irascible de un pueblo apacible.

E insisto, la forma sigue reinando ante el fondo, no es lo que cuenta sino cómo lo cuenta; y en esto consiste su grandeza y aporte literario, sino díganme si alguien había usado términos como (nótese la diferencia entre el término utilizado por Díaz y a lo que estamos acostumbrados a leer, para que evidencie el contraste): maneras nerdosas (refiriéndose al comportamiento nerd), culocracia (se trata del tipo de gobierno centrado en la cantidad de féminas ultrajadas y que pasaban a ser de su absoluta pertenencia), No-toto-itis (dícese de la carencia de relaciones sexuales en la entera existencia), pro-toto (actividades en pro de la búsqueda incansable cualitativa y cuantitativamente para poseer órganos sexuales femeninos, no mujeres ), chochacoholicos (enfermedad adictiva cuyo objeto de afecto es únicamente el órgano sexual femenino).

El dar vida a la cotidianidad es parte de lo que caracteriza a todo buen escritor, pero crear un lenguaje totalmente nuevo producto del híbrido de dos culturas sin que ninguna salga atropellada, aderezada con la ficción de Marvel, y dejando a su paso varias lecciones de diferentes bemoles, es odisea que merece el reconocimiento recibido. Esperemos recibir en no mucho tiempo una nueva obra de Junot Díaz, porque como él mismo cita '…al final nada termina, nada nunca termina…’

Hola

Caballás